El Holocausto afectó a personas de todos los países de Europa y de África del Norte, y su legado sigue latente en todo el mundo. Es difícil dar una respuesta precisa a esta pregunta debido a los cambios en las fronteras nacionales de Europa antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Las personas fallecidas durante el Holocausto fueron en su mayoría asesinadas en campos y guetos ubicados en la Polonia ocupada por los nazis, o en operaciones de fusilamiento más al este, en los Países bálticos y en el territorio de la URSS (actual Bielorrusia, Ucrania y Rusia). Además, las comunidades judías de Rumania, Croacia y Hungría fueron perseguidas de manera sistemática y asesinadas a manos de las autoridades locales, tanto bajo el mando de Alemania como de forma independiente. Sin embargo, las víctimas procedían de toda Europa y de enclaves franceses en el norte de África, y no podrían haber sido identificadas, colocadas en campos de concentración y transportadas sin la ayuda local o sin la cooperación de las redes ferroviarias transnacionales. Por ejemplo, los judíos deportados de Corfú en junio de 1944 viajaron durante nueve días, pasando por numerosas redes ferroviarias locales.
Ahora bien, el impacto del Holocausto se sintió y se siente mucho más allá de las fronteras de Europa. Si incluimos los países a los que huyeron los refugiados, aquellos en los que los familiares recibieron noticias del asesinato de su familia, o los países donde los supervivientes se instalaron después de la Segunda Guerra Mundial, se puede decir que el Holocausto tuvo lugar en todo el mundo.