Los judíos no fueron las únicas víctimas de la persecución nazi. Las autoridades alemanas del régimen nazi también se centraron en otros grupos en particular debido a la inferioridad racial y biológica que percibían, como los romaníes, las personas con discapacidades y ciertos pueblos eslavos, en especial los polacos. También persiguieron al escaso número de alemanes de raza negra, los cuales fueron sometidos a discriminaciones, arrestos, esterilizaciones y asesinatos.
Otros grupos fueron perseguidos por motivos políticos, ideológicos y de comportamiento, incluidos los comunistas, socialistas, testigos de Jehová y homosexuales. Después de que Alemania invadiera la Unión Soviética en junio de 1941, las unidades móviles especiales de las SS conocidas como Einsatzgruppen cometieron asesinatos de funcionarios y comunistas soviéticos, así como de romaníes, junto con unos 2 000 000 de judíos en los territorios soviéticos ocupados por los alemanes. Además, los nazis consideraron que los prisioneros de guerra soviéticos eran infrahumanos y formaban parte de la “amenaza comunista”. Se estima que 3,3 millones de prisioneros de guerra soviéticos fueron asesinados entre 1941 y 1945, lo que constituye el segundo grupo más numeroso de víctimas del nazismo después de los judíos.