Mordechai Anielewicz nació en Varsovia en el año 1919 o 1920. En su adolescencia, participó activamente en el movimiento juvenil sionista, Hashomer Hatzair. Cuando estalló la guerra, junto con muchos otros jóvenes del movimiento, empezó a participar de forma activa en la resistencia, inicialmente intentando organizar la emigración ilegal al Mandato británico de Palestina desde la Lituania ocupada por los soviéticos. Después de ser arrestado por las autoridades soviéticas, se ofreció como voluntario para organizar a los activistas del Hashomer Hatzair en el territorio ocupado por los alemanes. Junto con muchos otros jóvenes, viajó por Polonia recopilando noticias y ayudando en la publicación de un periódico clandestino.
En junio de 1941, Anielewicz comenzó a organizar un movimiento de resistencia armada en el gueto de Varsovia, después de escuchar las primeras noticias acerca de los asesinatos en masa de judíos perpetrados por los Einsatzgruppen. Se enfrentó a la oposición de muchos en el gueto que creían que la resistencia armada tendría consecuencias inadmisibles para los más vulnerables del gueto. Las deportaciones nazis del verano de 1942 se llevaron a casi todos los niños y ancianos del gueto para exterminarlos en Treblinka. Los 60 000 judíos que permanecieron en el gueto eran en su mayoría adultos jóvenes que se dieron cuenta de que el resultado sería la destrucción, lucharan o no. En noviembre de 1942, varios grupos clandestinos judíos se fusionaron en la ZOB (Zydowska Organizacja Bojowa: la Organización Judía de Combate), bajo el mando de Anielewicz.
Después de una primera serie de escaramuzas a principios de 1943, la ZOB pasó el periodo anterior a abril preparándose lo mejor que pudo para una lucha total. El 19 de abril de 1943, los alemanes trataron de iniciar las deportaciones finales. Durante las siguientes tres semanas, la Organización Judía de Combate luchó edificio por edificio, obligó a los nazis a traer refuerzos al gueto y arrasar con él. El 8 de mayo de 1943 la sede de la ZOB fue destruida. Anielewicz, junto con casi todos los líderes de la ZOB, fue asesinado. Su última carta conocida explicaba el levantamiento como una simple cuestión de cumplir con sus esperanzas de resistencia judía: “El sueño de mi vida se ha hecho realidad; he vivido para ver la resistencia judía en el gueto en toda su grandeza y gloria”.
