Los nazis emplearon varios métodos para deshacerse de los cadáveres de sus víctimas. En los campos de concentración, normalmente se incineraban los cuerpos en hornos crematorios o en piras al aire libre. Este trabajo era realizado por grupos de presos llamados Sonderkommando.
En los guetos, se instituyeron fosas comunes para hacer frente a los cuerpos de quienes morían de hambre y por enfermedades.
En las zonas rurales de Europa del Este, los judíos asesinados en fusilamientos en masa a menudo eran enterrados colectivamente en fosas comunes (muchas veces excavadas por las propias víctimas) en barrancos y bosques cercanos a las ciudades donde vivían. Son muchos los cuerpos que aún hoy en día no han sido identificados ni descubiertos.