Las autoridades alemanas identificaron a los judíos que residían en Alemania a través de los registros habituales que se crean en un estado moderno. Utilizaron registros censales, declaraciones de impuestos, listas de miembros de las sinagogas, registros parroquiales (para judíos conversos), formularios de registro policiales rutinarios pero obligatorios, el interrogatorio de familiares e información proporcionada por vecinos y autoridades municipales.
En los territorios ocupados por la Alemania nazi o por sus compañeros del Eje, los judíos fueron identificados principalmente a través de listas de miembros de la comunidad judía, documentos de identidad individuales, documentos censales y registros policiales, y redes de inteligencia locales. Las leyes raciales de Alemania definen al “judío” como alguien que tiene tres o más abuelos judíos, independientemente de su identidad o práctica religiosa. Las conversiones al cristianismo se declararon ilegítimas remontándose a dos generaciones atrás, con lo que se formalizaban e instituían las teorías raciales nazis.