Después del Holocausto, muchas personas que desempeñaron un papel en el exterminio masivo de judíos alegaron que no tenían otra opción y que simplemente seguían órdenes porque temían por sus propias vidas. A pesar de la frecuencia con la que se ha hecho esta alegación, no se han encontrado ejemplos de personas a las que se les castigara por negarse a participar en las operaciones de exterminio.
Numerosos testimonios corroboran que, incluso pudiendo escoger no participar, no solo los alemanes, sino también muchos ciudadanos de los países europeos del Eje y de los países ocupados por Alemania cometieron voluntariamente atrocidades indescriptibles. El debate sobre el motivo por el cual tantas personas decidieron llevar a cabo el Holocausto dista mucho de estar resuelto.