El caso de Albania es único entre las naciones de Europa, ya que la población de judíos era mayor en 1945 que en 1938. Esto se debió a un código de tolerancia y hospitalidad llamado Besa, que significa “mantener la promesa”, el cual situaba a los visitantes bajo la protección de la comunidad local.
En 1938, en Albania, había alrededor de 200 judíos, una pequeña fracción de una población total de únicamente 800 000 albaneses, la mayoría de los cuales eran musulmanes. La cantidad de judíos aumentó drásticamente a aproximadamente 1800 debido a la llegada de refugiados judíos provenientes de Alemania, Austria, Serbia, Grecia y Yugoslavia, en tránsito hacia las Américas, Turquía y el Mandato británico de Palestina.
En 1939, Albania fue invadida por Italia. Italia trató de instituir leyes raciales, pero no obligó a los judíos a que llevaran distintivos, ni se les prohibió celebrar las festividades judías. En 1941, Kosovo se incorporó a la Gran Albania y los alemanes exigieron que los italianos entregaran a los aproximadamente 500 judíos de la región. De hecho, solo unos sesenta judíos fueron asesinados junto con un grupo de otros prisioneros identificados como “extranjeros indeseables”. Los refugiados judíos fueron colocados en los campos de concentración cerca de Kavala, y alrededor de cien familias judías de Pristina fueron trasladadas a Berat. Finalmente, alrededor de 400 judíos, en su mayoría refugiados, fueron deportados a Bergen-Belsen, donde aproximadamente 177 de estos deportados fallecieron.
En septiembre de 1943, tras la caída de Mussolini, Albania pasó a ser propiedad de Alemania. Los alemanes exigieron listas de judíos, pero las autoridades albanesas se negaron a cumplir con las órdenes. Cuando los alemanes intentaron arrestar a los judíos de Vlorë, los partisanos impidieron la operación demostrando su control de los terrenos adyacentes. Del mismo modo, en otros lugares, el intento de los alemanes de encontrar judíos para deportarlos se vio frustrado por la negativa de los albaneses a cooperar. Una de las rescatistas, Lime Balla, describió a la Yad Vashem, institución israelí constituida en memoria de las víctimas del Holocausto, la manera en que los albaneses ocultaban abiertamente a los judíos a su cargo:
Éramos pobres, ni siquiera teníamos una mesa para comer, pero nunca les permitimos que pagaran la comida o el alojamiento. Iba al bosque a cortar leña y acarrear agua. Cultivábamos verduras en nuestro huerto para que todos tuviéramos suficiente para comer. Los judíos estuvieron quince meses albergados en nuestro pueblo. Los vestimos a todos de granjeros, como nosotros. Incluso la policía local sabía que los aldeanos estaban refugiando a judíos.