Cuando los nazis obligaron a los judíos a vivir en guetos, formaron consejos compuestos por miembros prominentes de la comunidad para brindar servicios sociales básicos a los habitantes del gueto, actuar de enlace con las autoridades alemanas y garantizar que se implementaran las órdenes y regulaciones nazis.
Cuando llegó el momento, los nazis obligaron a los jefes de estos consejos, llamados en alemán Judenräte (en singular, Judenrat) a elaborar listas de judíos para su deportación. Aquellos líderes del Judenrat que se negaron a hacerlo fueron destituidos de sus puestos si no asesinados, y fueron reemplazados por personas que cumplieran con las exigencias de los alemanes.
Adam Czerniakow, presidente del Judenrat del gueto de Varsovia, se suicidó el 22 de julio de 1942, antes que ayudar en el arresto de judíos. Otros líderes del Judenrat cooperaron con los alemanes con la esperanza de que, al hacerlo, pudieran salvar al menos a algunos de los judíos de sus guetos. En septiembre de 1942, Mordechai Chaim Rumkowski, del gueto de Lodz, exhortó a los habitantes del gueto que lo apoyaran en la deportación de niños y ancianos, pidiéndoles que le dejaran “cortar miembros para salvar el cuerpo”.
En numerosos casos, los miembros de los Judenräte colaboraron y ayudaron en las actividades judías clandestinas de sus guetos.
En los campos de concentración nazis, los llamados kapos, presos designados a los que se les asignaban tareas de supervisión, fueron a menudo objeto de acusaciones por su brutalidad, la cual está ampliamente documentada en testimonios y memorias de la posguerra. Después de la guerra, algunos miembros de los Judenräte y algunos kapos fueron llevados a juicio en Polonia y otros lugares, así como ante tribunales de honor en campamentos para desplazados en Alemania, Austria e Italia. Un gran número de kapos también fueron acusados y juzgados en Israel.